En estos días, los pescadores ya no buscan las cochas en el fondo del mar. Para ellos, esta precaria labor ha dejado una buena inversión. Ahora, los pescadores tienen «chacras submarinas» -suerte de campos «privados» en el suelo del mar- donde acumulan las crías de las conchas y las alimentan para que «engorden». Tal y como llegamos a apreciar en los puertos de Piura, la cosecha es permanente. Gracias a esta labor, a diario se recolectan toneladas de conchas de abanico. Sin embargo, las conchas tienen una temperatura ideal para su crecimiento, la cual ha sido afectada por la irregularidad en la frecuencia de fenómenos como El Niño y La Niña que crean una gran variación de estas temperaturas. Todo esto influye, también, en el plancton que sirve de alimento para las conchas. Esto ocasiona que las conchas «libres» se muden a lugares mas cálidos o fríos en búsqueda de comida. Debido a todos estos cambios, empresas mas grandes (como las que se muestran en esta foto en Paracas) han comenzado a criar las conchas en instalaciones colgadas de boyas, que permite no solamente moverlas rápidamente sino, además, definir la altura en el agua y, con ello, la temperatura de su habitad. Así que hay concha para rato.

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