Araracuara, Colombia, donde alguna vez existía una de las colonias penitenciarias más temidas de América Latina hoy es tierra indígena pero no ha dejado de ser un lugar triste, inhóspito, donde la gente sobrevive muy lejos del país al cual pertenece. Como en la época de la penitenciaria, todavía hoy es muy difícil de escapar de este lugar.

En la actualidad, debido al cambio climático, el calor se ha hecho más intenso, y la ausencia de tormentas y lluvias en pleno verano se han hecho largos. Causas y consecuencias se confunden con frecuencia y los pescadores del Caquetá acusan al calentamiento global de causar la falta de pescado en el río.

Día y noche trabajan los pescadores en la chorrera, un remanso donde descansan los peces que suben al río para desovar. No hay tamaño que no valga, no hay especie que no sirva, sean grandes bagres preñadas o tortugas de más de 200 años de antigüedad.

Araracuara sufre los impactos del cambio climático, pero si ahora escasea el recurso no es por la temperatura sino por la sobrepesca que comienza en Brasil, debido al uso de grandes mallas rastrilleras que vacían diversas especies que habitan en los ríos.

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