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Foto: ineci.org

Escrito por: Ricardo Villanueva.

¿Puede traer el cambio climático beneficios a las personas? Eso es lo que pensé cuando tuve los apetitosos mangos de Chulucanas sobre mi mesa esta tarde. El mango criollo es la variedad de un fruto que proviene de la India, el cual por sus atributos de adaptación a diversos suelos plantó sus raíces en tierras peruanas. No recuerdo haber visto antes mangos criollos en agosto (en pleno invierno). Entonces acometí la investigación.

La temporada de cosecha de la variedad de mango criollo peruano abarca desde noviembre hasta febrero, o marzo en el mejor de los casos. Desde hace unos años el mango más apetitoso de la costa se hizo escaso. Primero porque una gran parte de estos salía en exportación a América del Norte. Segundo, porque se ha incrementado desde el 2011 la temperatura promedio anual. La floración es afectada seriamente y con ello el volumen de las cosechas en los valles de Piura.

Algo serio está ocurriendo con el  periodo de maduración del fruto. En los últimos dos años se observa una alteración sistémica en las condiciones climáticas de la costa norte: el aumento de la humedad relativa y el incremento de los promedios de temperatura al parecer provocan el acortamiento y la anticipación en el proceso de maduración. Ocurre entonces algo asombroso: los frutos han aparecido este año en agosto, cuando deberían normalmente aparecer en noviembre. No se trata de unos pocos frutos prematuros, minúsculos  y verdosos, son frutos robustos y pulposos. La temporada entera se ha adelantado. Y si las temperaturas medias siguen aumentando, con el tiempo la floración menguará y las cosechas desaparecerán.

La capacidad de adaptación del mango es extraordinaria, pero como cualquier sistema natural tiene sus límites. Una temperatura media por encima de los 25 grados interrumpe la floración y causa que los árboles se tornen estériles. De eso se trata el cambio climático causado por el hombre: en el corto plazo algunas señales pueden ser confusas o incluso aparentemente positivas, en el largo plazo (previsible) es causa de desastre.

El mango es lo que los especialistas conocen como  un trazador biológico: una evidencia irrebatible de que el cambio climático se convierte en una amenaza real. Lástima que nadie llevará los mangos de agosto a las sesiones de la COP 21, quizás comprenderían mejor la urgencia de tomar decisiones sobre el calentamiento global.

Cortesía de ineci.org

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