Proyectos energéticos insostenibles evitados gracias a la oposición social.

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Noruega prohíbe las prospecciones petrolíferas en las islas Lofoten

En octubre de 2013, el nuevo gobierno noruego, presidido por Erna Solberg, líder del Partido Conservador, anunció que no se llevarán a cabo perforaciones petrolíferas en las aguas costeras de Lofoten, Vesterålen, Senja, More y Jan Mayen, y en algunas zonas del alto Ártico.

El nuevo gobierno, surgido tras las elecciones generales celebradas en septiembre de 2013, es una coalición entre el Partido Conservador y el Partido del Progreso y cuenta  con un amplio apoyo parlamentario de los partidos liberal y cristiano-demócrata.

El acuerdo de legislatura firmado por todos estos partidos incluye la decisión de paralizar los planes y proyectos de perforación de petróleo y gas en las Islas Lofoten y demás zonas mencionadas.

Tras más de una década trabajando con este objetivo, la decisión gubernamental de prohibir las prospecciones ha sido celebrada como una gran victoria de la sociedad civil. El acuerdo tiene implicaciones muy positivas para los pescadores, el medio ambiente y las regiones amenazadas por los proyectos petrolíferos, que podrán ahora seguir desarrollando una economía basada en la sostenibilidad y las nuevas tecnologías.

De hecho, la empresa petrolera de mayoría estatal Statoil ASA (STL), fundada en 1972 y que constituye actualmente la mayor compañía de Noruega, con unos 17.000 empleados (Noruega tiene una población de poco más de cinco millones de habitantes), ha sido muy crítica con la decisión del Gobierno y ha advertido a éste que sacrificar el aprovechamiento de los recursos petrolíferos en las islas Lofoten impedirá que Noruega recupere el liderazgo mundial en la explotación de hidrocarburos off-shore.

Las aguas de estas maravillosas islas acogen el caladero de bacalao más grande del mundo, el mayor arrecife de coral de aguas frías, y la colonia de aves marinas más importante de Europa continental.

La combinación de aguas atlánticas ricas en nutrientes y una estrecha plataforma continental hace que estas zonas sean especialmente productivas y cuenten con grandes recursos naturales, pero implica también que son muy vulnerables a la contaminación.

Las aguas constituyen también el área de reproducción del 70% de las especies de interés pesquero en los mares de Barents y de Noruega, así como de cachalotes, orcas y focas.

La industria pesquera y las pesquerías tradicionales han sido la base económica y de empleo de estas regiones durante siglos. La población de bacalao más grande del mundo desova exactamente en las mismas áreas donde la industria petrolera pretende acceder a las reservas de hidrocarburos para su explotación.

Obviamente también supone un avance en los esfuerzos globales contra el cambio climático, al evitarse la extracción de más recursos fósiles para su combustión y las consiguientes emisiones de dióxido de carbono, principal gas de efecto invernadero.

Noruega es uno de los principales productores mundiales de petróleo y de gas, y tiene una economía muy dependiente del petróleo. La decisión del Ejecutivo de Erna Solberg tiene por tanto un gran calado político y económico para el país nórdico, pues las reservas estimadas en estas áreas marinas ascienden a unos 2.300 millones de barriles de petróleo equivalente, que deberán permanecer ahora en el subsuelo.

Y más aún en el contexto actual de descenso continuado de la producción de crudo en Noruega, procedente principalmente de pozos antiguos en el Mar del Norte. En 2013 la extracción ha experimentado un nuevo descenso por 13er año consecutivo, cayendo a la mitad de su pico de producción, conseguido en el año 2000.

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