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China es el emisor de gases de efecto invernadero número uno del mundo y como consecuencia, muchas de sus ciudades tienen serios problemas de contaminación del aire. Sin embargo, cada vez parece asumir un mayor compromiso con la reducción de sus emisiones y tal parece ser que empieza a dar resultados.

Según la Comisión de Desarrollo y Reforma del estado, el crecimiento de las importaciones de carbón se redujo significativamente este año durante los primeros cinco meses.

Este descenso es el primero desde el inicio de la rápida expansión económica de China a finales de los años 80, y un alto al crecimiento de las importaciones de carbón que subían a un ritmo anual de entre el 13% y el 20% en los últimos años, según un reciente análisis del sector carbón realizado por la ONG Greenpeace.

Todavía hay dudas sobre la exactitud de los datos presentados por el gobierno, pero el gigante asiático está decidido a comprometerse con el ambiente. Por eso, doblará las tasas que deben pagar los responsables de emisiones y desechos contaminantes. Esta medida es parte de su campaña «Guerra contra la contaminación».

En Beijing, el carbón generaba el 25% de la energía durante el 2012. El objetivo es reducir esa medida a menos del 10% para el 2017. Sin embargo, las plantas eléctricas de carbón todavía se están construyendo a un ritmo considerable y se prevén muchos más.

Debido a esto, algunos analistas sostienen que las acciones que hacen guerra al carbón son solo temporales. Mientras que otros la consideran como una tendencia a largo plazo. China podría ser el mayor emisor mundial de las emisiones de combustibles fósiles, pero también se ha convertido rápidamente en un líder mundial en energía hidráulica, la energía eólica y solar.

Fuente: RTCC

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