La comunidad maya Chortí, que recientemente recobra su identidad en Honduras, sufre las manifestaciones del cambio climático como muchos otros grupos sociales que dependen directamente de la tierra. En este contexto de crecientes cambios, en donde el calentamiento global cumple un rol catalizador, las reacciones organizadas de las comunidades pueden funcionar como soluciones prácticas sobre la base de conocimientos tradicionales.

En el caso de los chortís, el arraigo a sus raíces ha hecho que la confianza en los saberes ancestrales se fortalezcan. Los granos básicos de la dieta alimenticia de esta comunidad son el maíz y el frijol; asimismo, manejan su ciclo agrícola usando el calendario lunar, el cual todavía funciona y no ha sido afectado por el cambio climático. Esto les permite lograr una sostenibilidad alimenticia.

Este tipo de bioindicadores, acompañados de un buen manejo de pisos ecológicos y rotación y diversificación de cultivos, como lo solían hacer sus ancestros, ha permitido que la comunidad pueda sobrevivir y crear un mercado para cubrir sus necesidades básicas. Casos como estos son ejemplos de experiencias cuyas reacciones podrían dar en la solución a problemas de carga global como el cambio climático. A veces hay que mirar al pasado para resolver el futuro.

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