Por Vanessa Bolivar @Larutadelclima

(Desde Stuttgart, Alemania)

Hace unos días, la campesina peruana Máxima Acuña, uno de los símbolos de oposición contra el proyecto minero Conga en Cajamarca, ganó el Premio Goldman, el mayor galardón ambiental, junto con cinco activistas de diversas partes del mundo. La señora Elvira, del caserío de Cajas en Piura, no ha ganado ningún galardón pero también lucha a diario por su tierra cuando cada mañana les habla, canta y cuida con amor sus a recién sembrados palo blancos y queñuales. En un tiempo estos se convertirán en los árboles de la comunidad, no solamente darán sombra y llenarán de verde nuevamente los campos, sino que almacenarán el agua de la lluvia y asegurarán la disponibilidad de este recurso para las familias que viven en la parte baja y media de la cuenca.

Por un lado, Máxima en Cajamarca defendiendo el derecho a su tierra. Por otro, Elvira desde Piura  haciendo frente a la deforestación y preparándose para los efectos del cambio climático. Ambas representan solamente una pequeñísima fracción de los millones de ejemplos de instituciones privadas, públicas, organizaciones sin fines de lucro, empresas, municipalidades, universidades, colegios, agrupaciones juveniles, asociaciones, comunidades y personas alrededor del mundo -en esencia hombres y mujeres- que están convencidos de que el llamado “desarrollo de la humanidad” alcanzado a la fecha ha sido solamente posible gracias a los recursos que la tierra comparte con nosotros y que, por eso mismo, trabajan día a día por su protección y cuidado.

“El 60% del total de los servicios que nos brinda la tierra a nivel mundial están degradados”.

(La tierra en cifras, UNCCD 2014)

 

¿Pero la tierra realmente celebra su día?

Los geólogos y geofísicos modernos consideran que la edad de la Tierra es de unos 4470 millones de años ± 1%. En teoría, el mencionar el Día de la Tierra puede transmitir la idea de conmemorar el cumpleaños del planeta, sin embargo, esta fecha impuesta hace más de 40 años va más allá de ser una celebración y se convierte en la oportunidad de hacer crecer un movimiento mundial que genere conciencia y conduzca la atención mundial hacia asuntos ambientales críticos, no solo para el futuro de la Tierra, sino para nuestro futuro.

Lo cierto es que, sea 22 de abril o no, la humanidad entera actualmente usa el equivalente a 1.6 planetas para proveerse de los recursos que requiere para continuar desarrollándose, como agua, alimentos y combustibles, así como para que los desechos generados sean luego absorbidos por la misma tierra. Simulaciones a futuro sugieren que si las tendencias de consumo y población actual se mantienen, para un no muy lejano año 2030 necesitaremos el equivalente a  2 planetas. La mala noticia es que solamente tenemos un planeta Tierra, que hace malabares para poder soportar la carga que traemos con nosotros. Y esto lo saben muy bien las 113.000 hectáreas de bosques peruanos que son anualmente deforestados, por solamente citar un ejemplo.

 

“Se espera que el total de la demanda de agua mundial aumente entre un 35 y un 60% entre 2000 y 2025 y se doble antes del 2050. Asimismo, para el 2050, 1.800 millones de personas vivirán en países o regiones con absoluta escasez de agua y dos tercios de la población mundial (5.300 millones) podrían vivir bajo condiciones de estrés hídrico”.

(La tierra en cifras, UNCCD 2014)

Decidiendo el futuro de la Tierra: ¿El fin de la era de los combustibles fósiles?

“El cambio climático causa unas 150 mil muertes al año.  Se estima que estas cifran suban a 400 mil entre los años 2030 y 2050”. (Organización Mundial de la Salud)

El 22 de abril de 2016 toma una connotación especial, a diferencia de otros años, pues coincide con el inicio de la ratificación del llamado Acuerdo de París, el cual marcaría un hito para un futuro libre de combustibles fósiles como el petróleo y el carbón, cuyo uso intensivo ha traído como consecuencia el incremento de emisiones de gases de efecto invernadero y lo que se conoce actualmente como calentamiento global.

 

La ratificación de este documento consiste en la firma del mismo por parte de los países integrante de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, de modo que reiteren legalmente su compromiso por lograr una sociedad impulsada por 100% energías renovables para lo que va del siglo. Sin embargo, se requiere una minoría del 55% de países participantes para que este acuerdo entre en vigencia, de lo contrario la temperatura del planeta continuará aumentando y trayendo consigo consecuencias irreversibles.

El Acuerdo de París es un gran paso que definirá el futuro de la Tierra y de quienes vivimos en ella, pero, ¿es únicamente este documento la solución a los actuales problemas que enfrentamos? ¿Será suficiente un planeta o necesitaremos empezar a buscar uno nuevo? La respuesta es clara y está en cada uno de nosotros.

(Fotos:  Yann Arthus Bertrand y Vanessa Bolívar)

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