Este año, cerca de 400 mil personas visitaron Mistura, la feria gastronómica más grande de América Latina. Si suponemos que, como parte del consumo en la feria, todas ellas utilizaron dos platos y dos vasos, se habría usado en total 1.6 millones de envases hechos de plástico polipropileno, que sin una adecuada disposición podrían permanecer en nuestro planeta desde 10 hasta 100 años.

Los eventos y conferencias son la segunda industria que más genera y desecha residuos en Estados Unidos, según la Agencia de Protección Ambiental americana (EPA, por sus siglas en inglés). Esto ocurre debido a la alta producción de flyers o banners, el uso de recursos naturales como energía y agua y la movilización de los asistentes, que genera la huella de carbono más alta.

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El plástico fue distribuido en diferentes envases. Foto: Mistura.

Con la cobertura de alrededor de 150 medios de diferentes países, esta gran feria gastronómica tiene la oportunidad de convertirse en uno de los pocos eventos que, al contar con un plan adecuado y sostenible con el ambiente, podría dejar un legado positivo para el futuro, que promueva el cuidado y valor de nuestra cultura y biodiversidad.

Desperdicio de comida

El despilfarro y desperdicio de alimentos genera un impacto directo en el ambiente y la economía, sin embargo, podría representar una oportunidad en la lucha contra el hambre mundial.

Los residuos orgánicos con una mala disposición emiten metano, un gas de efecto invernadero que puede ser hasta 25 veces más dañino que el dióxido de carbono (CO2). En Mistura 2016, Apega puso en práctica un plan piloto que proponía recoger 96 kilos de abono generados a partir de los restos alimenticios de seis restaurantes y que luego serían usados como abono para la siembra de 500 árboles.

Sin embargo, con los más de 180 restaurantes participantes y alrededor de 300 agricultores ubicados en el Gran Mercado, el rescate de alimentos pudo alcanzar una cifra mucho mayor. Si se hubiesen rescatado, por ejemplo, 1.4 toneladas de comida -entre frutas, vegetales y cereales-, se podría haber evitado la emisión de 1.14 toneladas de CO2, equivalentes a 128 galones de gasolina o 2.6 barriles de petróleo crudo.

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Plástico y disposición

Hace tres años, el Centro para la Sostenibilidad Ambiental de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (CSA-UPCH) anunció su retiro de la iniciativa “Mistura Recicla”, debido a que no se habían cumplido los “requerimientos mínimos indispensables” acordados con Apega.

En esta edición, la organización anunció que se recicló 15 toneladas de plástico en las 40 estaciones de reciclaje distribuidos a lo largo del terreno, ubicado en la Costa Verde, como parte del programa que desarrolla la Asociación de Ayuda al Niño Quemado (Aniquem), junto con Cálidda y la Asociación Peruana de Gastronomía (Apega). Pero, a pesar del trabajo con voluntarios, la segregación en el evento fue ineficiente y como resultado, no se realizó un rescate proporcionado con el consumo en la feria.

Durante todos los días de Mistura se distribuyeron productos de plástico en todas sus formas. No se promovió el uso de recipientes no descartables ni se ofreció otras opciones, como los envases hechos de caña de azúcar, que logran degradarse entre 30 y 60 días, y que además pueden ser derivados junto con los residuos orgánicos para convertirse en compost.

De esa manera, la feria reduciría considerablemente el impacto ambiental; sobre todo si tenemos en cuenta que por la producción de un kilogramo de plástico, se libera 3.5 kg de dióxido de carbono a la atmósfera.

Una vitrina verde al mundo

Desde la primera edición, el evento captó la atención de críticos culinarios y chefs reconocidos a nivel mundial. “Durante los primeros seis años, Mistura escenificó la mayor fiesta culinaria conocida en el continente americano”, escribe Ignacio Medina en su columna en el diario español El País. “La hasta cuatro años gran feria gastronómica de Latinoamérica languidece víctima de su propia ambición y el aislamiento generado por sus gestores”, agrega el crítico.

La organización orientó sus cambios a la ubicación y el espacio destinado para las actividades programadas, pero, por razones desconocidas, dejó de lado un plan piloto de reciclaje y de control de residuos, así como un plan de sostenibilidad del evento.

Para la directora ejecutiva de No Planeta B, Yoca Arditi-Rocha, “el diseño, la planificación, la organización y la gestión de un evento más sostenible puede ofrecer muchas ventajas y beneficios”. Según señaló para Cambia.pe, un evento ‘verde’ puede tener un alto impacto en los clientes y repercusión positiva en los medios, así como reducción de costos y riesgos.

En esa misma línea, Micaela Venancio, directora de B-Green, empresa especialista en Green Marketing, afirma que Apega tiene la oportunidad de convertir Mistura en un ejemplo de sostenibilidad para eventos gastronómicos en el mundo. “Mistura es una vitrina del Perú para el mundo y debería ser aprovechada para mostrar que podemos, no solo brindar la mejor feria de comida, sino una de comida consciente, en donde los visitantes puedan disfrutar sin contaminar”, aseveró.

Como explica Arditi-Rocha, “el consumidor de hoy es cada vez más demandante (…) Un evento que no tome en cuenta el medio ambiente que lo sustenta, corre el gran riesgo de afectar negativamente la imagen del mismo”.

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