Tres partes de nuestro planeta está cubierto por agua. Millones de especies marinas habitan los mares, y en una época de creciente expansión humana, estas se han vuelto una buena alternativa de consumo.

En las últimas cinco décadas, la producción pesquera mundial ha aumentado de forma constante y el suministro de peces comestibles se incrementó a una tasa media anual del 32% según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

En su informe El Estado Mundial de la Pesca y la Acuicultura, la FAO señala que además del crecimiento demográfico, otras de las razones que alientan el consumo del pescado es el aumento de los ingresos y urbanización, también por “la expansión de la producción pesquera y la mayor eficacia de los canales de distribución”.

Perú se ubica en el top 5 de los principales países en donde se realiza la mayor captura marina en el mundo, pero si nos preguntamos cómo consumimos el pescado en nuestro mercado más cercano, nos daremos cuenta de que a pesar de todo, no sabemos muchas cosas acerca de nuestro mar.

Durante los últimos años, los casos que se han vuelto más visibles en nuestro país son los de la anchoveta y la merluza, especies que mejor están reguladas por la ley. Sin embargo, para Fabio Castagnino de El Tamaño Sí Importa, casi no hay evaluaciones de stock de aquellas que también son comerciales pero no tan abundantes.

“El mero está bastante sobreexplotado. El mero de ojo chiquito (una especie que llega a pesar 350 kg.) está en peligro de extinción a nivel mundial, y en el Perú ya casi no se ven. El mero clásico se ve menos y se pesca en tamaños más pequeños”, señala.

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Fuente: Flickr.com/Charles Haynes

Hace dos años, esta iniciativa se posicionó en los medios de comunicación gracias a que promueve el consumo responsable de pescado a través de una práctica guía dirigida a un comprador.

“El tamaño es importante, porque si se consume un juvenil, se corta toda la cadena y también es importante saber qué especie estás consumiendo porque hay algunas que sufren más los impactos de la pesca o su crecimiento es más lento”, puntualiza Castagnino, parte del grupo fundador de la campaña.

Como en todo producto, una compra responsable minimiza los impactos negativos que podamos provocar en cualquier ecosistema:

[frase_redes_sociales]“La idea es que la gente que compra entienda que su compra es el motivador de toda una cadena y puede tener impactos muy fuertes, como la sobrepesca de una especie en particular”[/frase_redes_sociales].

Para lograrlo, nos presenta tres puntos sencillos que podemos poner en práctica al momento de comprar pescado:

  1. Conocer a la persona que vende. Es importante el acercamiento de uno y el que lo vende porque esa es la mejor forma en la que puedes influenciar a la persona. La idea es que yo pregunte qué hay, de dónde viene.
  2. Mirar el pescado entero y comprarlo entero y que después lo ‘fileteen’. Para este punto, la cartilla de información es útil.
  3. Variar en la elección de qué pescados compran. Si aprendes sobre otro tipo de carne de pescado, vas a poder generar menor impacto sobre uno solo, no que lo distribuyes mejor.

La FAO considera que “la gente nunca ha consumido tanto pescado o dependido tanto del sector pesquero para su bienestar como hoy en día”.

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