En los últimos años, Uruguay se ha convertido en un ejemplo de uso de energías renovables para el mundo.

Su matriz energética, es decir, las diferentes fuentes que tiene un país para la producción de energía, está mayoritariamente compuesta por energías renovables tales como la energía hidráulica, eólica, de la biomasa y generada por gas natural.

Los beneficios para el ambiente son considerables: «Para el año 2030 tendríamos la octava parte de emisiones de gases de efecto invernadero que las que hubiéramos tenido si no hubiéramos hecho esta transformación hacia las renovables» señala Méndez.

Un acuerdo nacional de largo plazo aceptado por todos los partidos políticos es el que asegura la promoción de estas energías.

Sin embargo, esta política no está basada en el subsidio de energías renovables. Como señala Méndez, las energías renovables se defienden «por sus propios méritos».

Las energías renovables permiten mantener la soberanía energética del país, al no necesitar, como es el caso de Uruguay, de la importación de petróleo, gas natural o carbón.

Ramón Méndez señala que no existe un modelo que se pueda replicar en los países que busquen alcanzar esta importante participación de energías renovables en la generación de energía.

Méndez sugiere que cada país evalúe cuáles son sus fortalezas en materia energética, «lo que hicimos fue encontrar cual es nuestra mejor combinación de energéticos autóctonos generando el menor impacto posible sobre el ambiente».

 

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